Érase una vez un niño que se llamaba Juan. Estudiaba mucho y era muy trabajador. Un verano, unos amigos iban a ir a un capamento, y como él era muy aventurero, se apuntó. Allí se lo pasaban muy bien, aprendían muchas cosas y hacían actividades muy divertidas.
El primer día, al amanecer, salieron a hacer senderismo. Después de desayunar, hicieron piragüismo, una ruta a caballo y otra en bicicleta. El segundo día, al levantarse, hicieron una gymkana y ganó el grupo de su amigo Luis; aún así, se lo pasó muy bien. El resto del día lo tuvieron libre.
Aquella noche no durmieron en la cabaña porque iban a dormir al aire libre. Juan pensó que eso iba a ser divertido y fácil; pero no fue así, primero tuvieron que aprender a montar y desmontar la tienda de campaña, encender un fuego, preparar la comida, cargar las linternas...
Aquella jornada de trabajo fue inolvidable para Juan y quedó muy agotado. Al terminar todas las tareas, todos los chicos fueron a reunirse en medio de todas las tiendas. El monitor, encendió una hoguera, y se quedaron allí a contar historias; cada uno contó una.
Luis contó una sobre un mutante, Raúl sobre una momia; pero la que más le asustó fue la de Alejandro, que trataba sobre un fantasma que estaba que salía de las hogueras de los campamentos y en medio de la noche elegía a uno y le hacía la vida imposible. Nadie se lo creyó excepto Juan, que estaba asustadísimo; aunque intentaba ocultarlo. Juan no pudo dormir en toda la noche, y salió a pasear. Se sentó en su saco de dormir, y mirando la hoguera, al fin, se quedó dormido. Al rato se levantó y oyó un ruido, pero no vio a nadie. Se acostó y volvió a escuchar ese ruido atronador; era el fantasma de la hoguera. Juan llamó su atención pisando una hoja seca del suelo. El fantasma se volvió y le dijo:"buenas noches, soy quien tu sabes, y no soy tan malo como la gente dicen"; pues en la historia de Alejandro eres aterrador.
-- Ya sé que cuentan muchas cosas malas de mí; pero yo lo que quiero es jugar con todos los niños del campamento. En el momento que intento hablar con ellos, salen corriendo.
-- Pues, es verdad, que te veo cara, o mejor dicho, sábana de buena persona.
Desde aquel momento, Juan sólo quería jugar con su amigo fantasma, además se lo presentó a todos los demás niños del campamento y se hicieron muy amigos. Desde entonces Juan, quería volver a ese campamento todos los veranos.
Así se hizo famosa la leyenda del fantasma de la hoguera, que se repetía todos los años en ese campamento.
Autora: Mª del Rosario Bonilla Pérez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario